miércoles, 27 de mayo de 2009

Excreción en animales

La excreción
La excreción es la expulsión al exterior de los productos perjudiciales que hay en el medio interno de los organismos. Uno de los productos de desecho de la respiración celular es el dióxido de carbono, que se expulsa mediante la ventilación. Pero también se producen otras sustancias, como el amoniaco, que deben eliminarse porque, si se acumulan, son tóxicas. Para ello, los animales tienen diversos sistemas.

Los animales más sencillos, como las esponjas y las medusas, vierten directamente las sustancias de desecho al medio. Los más complejos deben usar sistemas excretores adecuados, a fin de recoger las sustancias de desecho de todo el cuerpo y expulsarlas al exterior. Además, en los animales hay determinadas estructuras que también realizan funciones excretoras, aunque su función principal sea otra distinta.

Estructuras excretoras no especializadas

Los pulmones de los vertebrados y las tráqueas de los insectos expulsan dióxido de carbono.
La piel húmeda de los anfibios expulsa dióxido de carbono.
Las glándulas sudoríparas de la piel de los mamíferos producen un líquido con una composición similar a la de la orina, aunque más diluida.

Las branquias expulsan dióxido de carbono y amoniaco.

El hígado elimina la hemoglobina procedente de los glóbulos rojos destruidos, en forma de pigmentos biliares. Éstos pasan en la bilis al intestino y son eliminados en las heces fecales. Además, el hígado es el órgano responsable de la transformación de la mayoría de las sustancias tóxicas antes de su excreción.

Algunas estructuras sólidas contienen productos de excreción precipitados. Por ejemplo, las mudas de los artrópodos; las escamas blancas, ricas en ácido úrico, de las alas de algunas mariposas; los cuerpos grasos de muchos insectos; etc.

Estructuras excretoras especializadas

Nefridios

Los nefridios de los platelmintos y de los anélidos son unos tubos simples o ramificados que desembocan en orificios excretores situados en la superficie del animal. Podemos distinguir dos tipos:


Los protonefridios. Se encuentran en los platelmintos. Son tubos ramificados, con un extremo cerrado, en cuyo interior hay una célula flagelada o ciliada, que impulsa el líquido que hay en el tubo hacia el exterior. Este líquido contiene los productos de excreción, que han ido entrando por simple difusión. 
Los metanefridios. Se encuentran en los anélidos y en los moluscos. Son tubos simples enrollados con los dos extremos abiertos. El extremo interior, denominado nefrostoma, presenta forma de embudo ciliado. Capta los productos de excreción que hay en la cavidad interna del anélido. Luego sigue el túbulo, donde se reabsorben las sustancias útiles (agua, sales y glucosa), y que desemboca en el orificio excretor o nefridioporo. 
Tubos de Malpighi

Los insectos emplean este tipo de sistema excretor. Se trata de unos tubos sinuosos con uno de sus extremos cerrado. El otro extremo se abre al intestino. Los tubos se encuentran en las cavidades del cuerpo, en contacto con la hemolinfa. Las células vierten sus productos de desecho a la hemolinfa, y de aquí pasan a los tubos de Malpighi. De este modo, las sustancias de desecho van a parar al intestino. Al final, en el último tramo del intestino, se absorben de nuevo las sustancias útiles y el agua de la hemolinfa, para que no se pierdan.

Glándulas secretoras de sal

Las glándulas secretoras de sal se encuentran en algunos reptiles y aves marinas. Desembocan en la cavidad nasal, en la cavidad bucal o junto a las órbitas de los ojos.

Los tiburones tienen una glándula similar, la glándula rectal, que desemboca en el recto intestinal y que segrega un líquido más salado que el agua de mar. Todas estas glándulas sirven para eliminar el exceso de sal que aportan los alimentos marinos y el agua de mar.

Riñones

Son dos órganos exclusivos de los vertebrados, formados por numerosos conductos excretores llamados túbulos renales.

Las células vierten las sustancias de desecho a la sangre. A su vez, la sangre pasa por los riñones, que funcionan como filtro: retienen todas las sustancias de desecho que contiene la sangre, pero no dejan que se escapen las sustancias útiles. Además, aunque siempre se pierde agua con la orina, los riñones evitan que se pierda demasiada. La orina elaborada por los riñones se almacena en la vejiga urinaria. De allí sale por la uretra, un conducto que se abre al exterior.

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